El ritmo acelerado que actualmente impone la vida ha incrementado -entre otras cosas- la frecuencia de padecimientos como el insomnio, la ansiedad (en sus distintas variedades) y la depresión.
Se estima, por ejemplo, que esta última ocupará el 2o. lugar a nivel mundial (de acuerdo a la organización mundial de la salud, en el año 2020) dentro de las enfermedades más incapacitantes por arriba de gran variedad de entidades clínicas de origen médico o neurológico.
Es por ello que el adecuado reconocimiento de estos problemas, en las etapas tempranas del padecimiento, es necesario para llevar a cabo el tratamiento oportuno y la remisión y alivio de los mismos, logrando así el retorno de una buena calidad de vida.
Es normal tener un par de noches con dificultades para dormir.
Sin embargo, cuando se incrementa el número de ocasiones a la semana sin lograr conciliar el sueño o mantenerlo se pudiera estar padeciendo de insomnio.
El insomnio puede ser inicial (cuando cuesta trabajo conciliar el sueño), medio (cuando se despierta a media noche y se dificulta reiniciar el dormir), o terminal (el despertar es a horas muy tempranas de la mañana).
Por otra parte, también es normal hasta cierto punto, el experimentar ansiedad.
Es la llamada ansiedad normal.
Esta nos ayuda a escapar de situaciones de peligro, ha enfrentar adecuadamente un examen o una entrevista de trabajo, etc.
Cuando esta ansiedad deja de ser útil y por el contrario nos incómoda o llega a ser incapacitante podemos estar cursando con un trastorno de ansiedad.
La ansiedad puede ser leve, moderada o severa, llegando inclusive al llamado ataque de pánico.
En éste último la persona puede llegar a pensar que está perdiendo la razón o tener la sensación de una muerte inminente.
Finalmente, la tristeza nos acompaña en infinidad de situaciones cotidianas.
La pérdida de un empleo, de un ser querido, etc., son eventos que nos ocurren y que generalmente se acompañan de sentimientos de tristeza, la cual generalmente desaparece al cabo de días o semanas.
Cuando este estado de ánimo se hace crónico, es decir que dura más de dos semanas, e incapacita al sujeto en sus actividades diarias (escolares, laborales, recreativas, etc.) se puede estar en presencia de un episodio depresivo que requiere atención especializada, ya que no remitirá espontáneamente complicando el bienestar de quien lo padece.
El adecuado reconocimiento de estos problemas psiquiátricos, la atención oportuna, el diagnóstico preciso y el tratamiento acertado, hace que la remisión de estos padecimientos sea una realidad lograndose así el retorno de una buena calidad de vida.